Los primeros asentamientos humanos cercanos al Villar de Sobrepeña se concentraron en los cauces de los ríos Duratón y Marijave. Aprovechando tanto las facilidades
recolectoras que ofrecen ambos ríos para el ser humano (caza, pesca, recogida de frutos), como las distintas oquedades de la roca a modo de viviendas. Los cráneos Cro-Magnon encontrados en la
cueva "el Tisuco", cerca de Sepúlveda son ejemplo de ello.
El conocimiento y mejora de la agricultura posibilitó la mayor transición que la raza humana ha conocido hasta la actualidad, el paso de una economía recolectora a
otra productora. Este hecho hizo posible que los seres humanos abandonaran sus costumbres nómadas por otras más estables, dando lugar a los primeros núcleos de población.
Los ríos Duratón y Marijave no debieron ser una excepción en esta evolución del hombre, sino más bien otro pequeño eslabón hacía ella. El cañón del río Duratón es
testigo mudo de este proceso, ya que escondidas entre las oquedades de las rocas se vislumbran, desafiando al tiempo, increíbles pinturas rupestres que tanto por su calidad como por su cantidad
sólo pueden conocer el calificativo de excepcionales.
De difícil precisión cronológica (IV milenio- I milenio a.C.) y de marcado carácter esquemático, fueron realizadas con tintes rojos y negros, ayudándose con
las disoluciones calcáreas que desprende la roca. Estas pinturas pueden encontrarse dispersas ( puntos, soles o lunas) o bien concentradas representando escenas de animales, caza, grupos de
hombres, etc., siempre al refugio de los abrigos que el río Duratón concede a lo largo de su cañón; ejemplo de todo ello son: La solapa del águila, Molinilla o el Juego de la Chita, cerca de la
Fuencaliente(1), fuente de agua que servía hasta hace pocas décadas como lavadero y manantial al Villar de Sobrepeña.
Estas primeras representaciones artísticas son producto de pueblos nómadas o de pequeños asentamientos preibéricos y no será hasta la llegada del mundo
Celta, cuando se pueda hablar de núcleos de población estables. Son los llamados Castros.
(1)Hasta hace pocos años, la fuente Fuencaliente era el manantial de agua potable que abastecía al Villar de Sobrepeña. Su nombre es debido a que en invierno mana agua a una temperatura algo más elevada que la ambiental. Si retrocediéramos sólo medio siglo en el tiempo, seriamos testigos de un hecho que se ha repetido con numerosa frecuencia en el Villar de Sobrepeña, una mujer con un animal de carga bajando por el vallejo Pasaverenda con los cántaros vacíos y con las alforjas llenas a lavar a la Fuencaliente. Tanto el control de esta fuente, como la utilización de la ribera produjo diversas disputas con el vecino pueblo de Villaseca.